jueves, julio 28, 2016

Histórica hazaña, el avión solar Impulse II culminó su primera vuelta al mundo



El avión Solar Impulse II culminó ayer una histórica vuelta al mundo propulsado únicamente con energía solar, tras aterrizar a las 4:05, hora local, en el aeropuerto de Al Batín, en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Tras un vuelo de 48 horas con origen en El Cairo, el piloto suizo Bertrand Piccard superó la última etapa y aterrizó en suelo emiratí, donde le esperaban cientos de personas en una madrugada con temperaturas por encima de los 35 grados centígrados.

A pie de pista se encontraba su compañero André Borschberg, el piloto también suizo, que tomó los mandos del avión solar el 9 de marzo de 2015 para comenzar esta hazaña en el mismo aeropuerto donde ayer aterrizó Piccard.

Con la gran mezquita Zayed de fondo, una banda de tambores y gaitas como ambiente musical y la bandera de EAU ondeando sobre el horizonte, Borschberg abrazó a su compañero Piccard nada más salir de la aeronave.

"Buenos días, Abu Dabi", dijo eufórico Piccard al público que le vitoreó en una recepción oficial desplegada en la misma pista del aeropuerto.

A ella asistieron el príncipe Alberto de Mónaco y el jeque Sultán Al Jaber, ministro de Estado de Emiratos y presidente de Masdar, el instituto de energías renovables en el que se ensambló el avión solar.

Un hito para la energía limpia

"El futuro es limpio. El futuro es de ustedes. El futuro es ahora. Vayamos más allá", dijo al desembarcar del avión Piccard, cuyo abuelo fue el primer hombre en llegar a la estratósfera y su padre el primero en alcanzar el punto más profundo de los océanos.

"Quisiera que recuerden algo: más que un logro de la aviación, Solar Impulse es un logro en la historia de la energía. Hay soluciones. Hay tecnologías. No aceptemos que el mundo sea contaminado sólo porque la gente tiene miedo de pensar de otra forma", remató Piccard.

En un mensaje colocado en twitter horas antes, Piccard había escrito: "Yo lancé el proyecto @solarimpulse en 2003 para transmitir el mensaje de que las tecnologías limpias pueden lograr lo imposible".

El avión solar necesitó 23 días completos de vuelo –558 horas y 6 minutos exactamente– para superar su periplo de 43.041 kilómetros de distancia.

Un recorrido en 17 etapas sin usar ni una gota de combustible, con el que demostró que las tecnologías limpias pueden emplearse incluso para mover aeronaves en el cielo.

Para esta etapa de 2.763 km, el Solar Impulse II empleó 49 horas de vuelo ininterrumpido, cargando durante el dia con sus paneles solares las baterías a bordo para seguir volando al caer la noche.

"Hemos volado 40.000 kilómetros sin combustible, pero aún queda mucho por hacer para fomentar las tecnologías limpias y motivar al mundo a que reduzca su dependencia de los combustibles fósiles en su vida diaria", resaltó Piccard.

Desde su punto de vista, las energías limpias son una alternativa de futuro en los medios de transporte aéreos. "Estoy seguro de que dentro de diez años veremos aviones eléctricos que transportarán 50 pasajeros en vuelos cortos y de media distancia", añadió.

Instantes antes del aterrizaje, Borschberg declaró a los periodistas que "ha sido un gran viaje" en el que se han debido afrontar "diferentes situaciones" y que el proyecto ha confirmado que la tecnología del Solar Impulse II "es seria y de confianza".

Día histórico

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó su "profunda admiración" por esta iniciativa.

"Es un día histórico no sólo para ustedes, pero también para la humanidad", agregó Ban en una conversación con el piloto suizo horas antes del aterrizaje y transmitida en directo.

El mayor reto

Recordando su viaje, Borschberg aseguró que el "mayor reto" fue "cruzar el océano Pacífico", el periodo "más largo en vuelo".

Sin embargo, reconoció que la última etapa, de Egipto a Emiratos, también resultó todo un desafío para los pilotos por las altas temperaturas en Arabia Saudí, que obligaron a los ingenieros a "reajustar parte del equipo del avión".

En su aventura alrededor del planeta, Bertrand Piccard y André Borschberg volaron a bordo del Solar Impulse II sobre Asia, el océano Pacífico, Estados Unidos, el océano Atlántico, el Mediterráneo, el norte de África y Oriente Medio.

El príncipe Alberto de Mónaco, que se encontraba en el aeropuerto de Al Batín en calidad de patrocinador del viaje, señaló que el Solar Impulse II ha "marcado historia".

"Ahora, podemos avanzar hacia una economía baja en carbono y cumplir con nuestra obligación de proteger el planeta", apuntó.

Temperaturas altas

Desde el principio de la aventura, el avión fue pilotado en alternancia por Borschberg y Piccard.

"Estábamos un poco ansiosos con el tema de las condiciones meteorológicas, sobre todo las temperaturas en esta región del mundo, cercanas a los límites que nos fijamos para el avión", explicó Borschberg desde el centro de control del avión en Mónaco.

"Pero estamos bastante confiados, las cosas deberían salir bien", añadió.

Piccard cruzó dos veces el Atlántico en globo.

En su periplo alrededor del mundo, el avión hizo escala en Mascate (Omán), Ahmedabad y Benarés, (India), Mandalay (Birmania), Chongqing y Nankin, (China), luego en Nagoya (Japón) y Hawái (EEUU), donde efectuó una escala técnica imprevista de varios meses.

De allí siguió hasta San Franciso y atravesó América del Norte haciendo en escala en Phoenix, Tulsa, Dayton, Lehigh Valley y Nueva York.

La travesía del Pacífico, en dos etapas, era la parte más peligrosa de la vuelta al mundo de Solar Impulse II por la gran distancia de los puntos de aterrizaje en caso de problema.

En el transcurso de la primera parte de esta gran travesía oceánica, entre Nagoya y Hawái, Borschberg pilotó cinco días y cinco noches para recorrer 8.924 km.ç



CARACTERÍSTICAS DEL AVIÓN SOLAR

El Solar Impulse II, equipado con más de 17.000 células fotovoltaicas, está fabricado con fibra de carbono, pesa igual que un automóvil familiar vacío y se sustenta gracias a una envergadura alar mayor que la del Boeing 747.

Su velocidad de travesía se sitúa entre 45 y 90 kilómetros por hora y alcanza una altura máxima de 8.500 metros.

Pesa 2,3 toneladas y es muy sensible a las condiciones climatológicas, aunque puede presumir con orgullo de garantizar un "futuro limpio", tal y como aseguró el propio Borschber. De hecho, su única limitación es la del descanso de los pilotos porque no necesita ni repostar ni ningún tipo de energía diferente a la de la luz del sol.

El aterrizaje de ayer supone la culminación de más de diez años de cálculos, simulaciones y pruebas que los miembros del equipo no dudaron en celebrar con pancartas, en una de la cuales se podía leer: "40.000 kilómetros sin combustible, un logro para la energía, ¡podemos ir más lejos!".

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