domingo, junio 14, 2015

Una pasión de altura

A 45 minutos de la Ceja de El Alto, en la zona de Parcopata, a dos kilómetros de la carretera a Oruro, están las instalaciones del Club de Aeromodelismo La Paz (CALP).
No es fácil llegar al lugar, pues las calles aledañas son de tierra y el terreno es irregular. Se trata de un lugar alejado por cuestiones de seguridad. Lo más sencillo es utilizar la aplicación Google Maps de cualquier celular inteligente. El esfuerzo vale la pena y al ingresar al terreno, el ruido de los pequeños motores que impulsan a los aviones comienza a sentirse.
El costo de una entrada para quienes sólo van a ver es de 10 bolivianos. Para los que van a volar sus modelos es de 25 bolivianos. A pocos metros del estacionamiento hay mesones de cemento de una altura aproximada de 80 centímetros. Sobre ellos, los miembros del CALP arman sus modelos que despegan desde una pequeña pista asfaltada.
Cuando Miradas llegó al lugar, el presidente del Club de Aeromodelismo La Paz, Alfredo Ramírez, terminaba de volar su avión Tiger. Ramírez es ingeniero civil y se dedica al aeromodelismo desde hace 20 años. Eligió este hobby porque le fascina la construcción a escala. El avión que voló era uno básico prearmado.
El modelo a distancia, por su brillo, parece de plástico. Sin embargo, está fabricado con madera balsa -también se construyen con madera terciada- y recubierto con un film llamado monokote, que se aplica con calor.
El motor funciona con alcohol metílico mezclado con nitrometano, que se puede adquirir en el mercado local a un precio de 30 dólares el galón. Con el tanque lleno, el Tiger puede volar 15 minutos. La mayoría de los aviones son pre armados, pero todavía hay personas que gustan armar sus modelos, como muchos miembros del CALP. "Normalmente, lo primero que el aeromodelista tiene en su casa es un taller”, explicó.
Ramírez tuvo tantos modelos que perdió la cuenta exacta. Al aprender rompió unos 15 aparatos. Él prefiere modelos a combustión que son más reales, cuyo manejo también es más complicado, en relación, por ejemplo, a aviones eléctricos.
Modelo eléctrico

Luis Balderrama, que se dedica a la importación de papelería, voló un avión eléctrico Sukhoi, hecho de plastoformo y con un peso de tres a cuatro libras. Él se dedica al aeromodelismo desde hace 12 años. Tiene esta pasión desde su niñez y su aparato lo compró en una tienda que había en Achumani. Después averiguó dónde podía volarlo y José Vargas lo llevó al CALP, donde le enseñó.
Elegir un avión eléctrico o a combustión es una cuestión de gusto y Balderrama opera ambos tipos, ya que también voló un modelo Spot-on, impulsado por combustible. "El motor a combustión suena más real”, afirmó. El modelo eléctrico, en cambio, es casi silencioso. La batería del modelo eléctrico que mostró a Miradas dura entre cinco a 10 minutos y se carga en al menos dos horas.
Para comandar un pequeño modelo, en opinión de Balderrama, lo principal es perder el miedo. Al aprender él perdió alrededor de 10 aviones. "Es normal, es algo a lo que tenemos que estar acostumbrados. No debe haber uno sólo que no haya roto un modelo”.
Justamente, minutos antes de que este medio arribara al CALP, el avión del docente jubilado José Vargas, que enseñó a Balderrama a operar los modelos, se había caído. El accidente ocurrió por un defecto en el diseño, aseguró Vargas, quien aclaró que no era su único avión. Entre las causas de los accidentes están la poca práctica, así como desperfectos mecánicos o electrónicos. "Aún así, si la falla ocurre a buena altura es posible que el avión vuelva a tierra sin ningún problema”, explicó Vargas, quien tiene este hobby desde hace 30 años.
"Olvidarse de todo”

Para Eduardo Liendo, quien se dedica a la publicidad, el aeromodelismo es una actividad motivante, que le permite descansar y "olvidarse de todo”. Es de nacionalidad peruana y reside en Bolivia desde hace 24 años. El aeromodelismo es su hobby desde hace cuatro décadas. Este aficionado operó un modelo a combustión Scanner.
Poco después de establecerse en el país, se dirigía a El Alto y vio un auto del que sobresalía la cola de un avión. "Los perseguí y los ubiqué”, recordó. Así llegó al CALP, del que incluso fue presidente.
Para Rafael Ponce de León el aeromodelismo es una actividad que permite evolucionar continuamente. Este aficionado tiene 19 años de edad y estudia medicina. Él se dedica al aeromodelismo por influencia de su familia desde hace cuatro años.
Lo que más le gusta de esta actividad es que puede mejorar constantemente, ya sea realizando piruetas cada vez más complicadas, o bien, en el proceso de armado. "Uno piensa que vas y compras el avión, pero se lo construye de cero”, afirmó.
Ponce de León aprendió a volar los modelos en seis meses y durante ese proceso se le cayeron varios. Este joven aeromodelista mostró a este medio dos aviones: uno de ala alta y otro de ala baja. Un modelo de ala alta es ideal para comenzar, pues tiende a planear; en cambio, uno de ala baja es perfecto para hacer piruetas. Si el motor falla, un aparato de ala baja tiene menos probabilidades de llegar a la pista planeando, en cambio, con el modelo de ala alta es más fácil.

Para este joven estudiante de medicina, la instalación eléctrica es lo más complicado. Un error en el cableado puede ser fatal. Al borde de la pista, -mientras su abuelo, Gustavo Karstulovic pilotaba un modelo de ala alta Avistar- Ponce de León explicó que los aparatos operan en diferentes frecuencias y los nuevos modelos de radio control de 2.4 GHz tienen una amplia gama de ellas.
Debido a su envergadura, los modelos para ser transportados deben desarmarse. Luego del aterrizaje del Avistar, Karstulovic lo colocó sobre una banca especial -que puede ser de madera o de plástico- para sujetar los pequeños aviones y para guardar herramientas.
Mientras acomodaban las partes, Ponce de León explicó que lo ideal es volar los aviones en las primeras horas de la mañana, pues al mediodía comienza el viento y las corrientes térmicas dificultan el vuelo. Karstulovic añadió que si un avión ingresa en una corriente térmica fuerte es difícil hacerlo descender y esa labor puede tomar varias horas.
También explicó que la vista se cansa, pues en ningún momento se debe perder al avión. Cuando hay cinco modelos volando, ésto es más difícil. Por ello es mejor escoger colores fuertes, y pintar las partes de arriba y abajo de diferentes tonos. Así se sabe si el aparato vuela invertido o no.

Pasión familiar

Ponce de León no es el único que adquirió la afición por influencia de su familia. Hernando Lara Valda comparte este hobby con su hijo Hernando Lara Cusicanqui, desde hace más de 20 años. Entonces su pequeño tenía alrededor de cuatro o cinco años. Ahora tiene 28 años y es administrador de empresas. "Yo he nacido viendo esto”, explicó.
Al principio Lara Cusicanqui se aburría en las pistas, pero luego se interesó e insistió a su papá para que le prestase un modelo. Así llegó a tener su propio avión, pero antes había estrellado varios aparatos de su progenitor.
Lara Valda, que es ingeniero electrónico y trabaja en AASANA, prefiere el vuelo a escala, que es lo más parecido a un vuelo real. A su hijo esta modalidad le parece más complicada y prefiere el vuelo acrobático. "Se genera más adrenalina”, afirmó el joven administrador de empresas.
Los modelos acrobáticos tienen dimensiones exageradas. El modelo U - Can -Do que Lara Cusicanqui operó antes de conversar con Miradas, por ejemplo, tiene alas más anchas y topes a los costados, que favorecen la realización de piruetas. Padre e hijo vuelan sobre todo en la Base Aérea, pero acuden regularmente al CALP. Ambos mostraron un modelo Stinger que tiene un motor a gasolina. Su tanque tiene una capacidad de un litro, con el que el avión puede volar 28 minutos.
Los aviones que funcionan con gasolina se denominan "gasoleros” y éstos suelen ser más grandes. A Lara Valda le cuesta cargar el modelo, pero en el aire lo opera sin dificultad. Al borde de la pista, y con el sonido del motor de fondo, su hijo recalcó que lo más importante es no perder de vista al avión, pues si se aleja, no se sabe si vuela de ida o vuelta, o si está perdiendo altura.
El modelo Stinger fue el más grande que Miradas conoció en la visita al CALP. Tiene un peso aproximado de 15 kilos y los Lara lo tienen desde hace 10 años. En ese tiempo le han hecho varias mejoras, pues por ejemplo, tiene remaches que hacen más sólida la estructura. Luego del aterrizaje del aparato, padre e hijo comenzaron a desmontarlo para transportarlo. En realidad, es en el suelo que los modelos se dañan más por la dificultad de transportarlos, explicaron.

Construcción
La estructura de estos aviones se construye en base a un plano prediseñado. En el proceso se respetan las leyes de la aerodinámica y se considera, por ejemplo, la resistencia del aire, el perfil del ala, el peso y otros factores.
Los aviones tienen componentes electrónicos como los llamados servomotores, la batería y el receptor de la radio. Hay diferentes canales que comandan los alerones, el elevador y el timón. Los mandos tienen dos palancas que regulan la aceleración, los alerones, el timón de cola y el elevador. Un radio control se puede usar para volar diferentes modelos. Todos los elementos, como las ruedas, el radio control o el tanque se compran por separado. En nuestro medio estos componentes, así como diferente modelos de aviones prearmados, se pueden adquirir mediante el portal
hobbybolivia.com.
Lo más costoso suele ser el radio control que oscila entre los 80 dólares a 500 dólares. Los aviones requieren una inversión mínima de 500 dólares, pero pueden llegar a costar 1.000 o más.
Es común que los aparatos se estrellen, coincidieron los miembros del CALP. Pilotar un modelo no es difícil, pero se requiere mucha práctica. Lo que se sugiere es primero utilizar simuladores de vuelo.
Los motores son muy potentes y las hélices fácilmente pueden arrancar dedos y causar otras lesiones. Por ello, en la pista del CALP tienen estrictas normas de seguridad, pues se ven áreas delimitadas con llantas.
Las personas no pueden ingresar a ellas y los aviones no pueden salir. "Ésto no es un juguete”, afirmó el presidente del CALP. Por ello, lo recomendable es que los operadores sean mayores de 15 años y sean supervisados por un adulto, explicó.

"Si la falla ocurre a buena altura es posible que el avión vuelva sin ningún problema.”

"En la paz, casi es un hobby en extinción”
El CALP fue fundado hace más de 40 años. Tiene 35 miembros registrados, de los que sólo 10 acuden regularmente los domingos.
En sus inicios, los miembros del club practicaban el llamado "vuelo libre”. Aquellos modelos no tenían motores a combustión, "eran a liga o planeadores”, explicó José Vargas. Luego surgió la categoría U Control. "(Consistían en) motores a combustión controlados con cables que giraban en torno a los que manejaban”.
La pista asfaltada llamada "Víctor Ormachea Z.” -en homenaje a uno de los fundadores-, está ubicada a 4.057 metros sobre el nivel del mar. El lugar, que tiene una superficie de ocho hectáreas está en la zona de Parcopata de El Alto, cerca a Senkata. El lugar fue elegido por su aislamiento, lo cual es importante para prevenir accidentes.
En el interior del país, el aeromodelismo es más popular que en la Sede de Gobierno. "En La Paz, casi es un hobby en extinción”, afirmó el presidente del CALP.
La razón de ello, en opinión de Hernando Lara Cusicanqui, radica en la dificultad. Cuando una persona vuela por primera vez acude toda la familia incluido "el perrito”, explicó. Pero como no es un hobby que se aprende en una semana, el avión se cae y se decepcionan.
También hay limitación por la altura, explicó Ramírez. Para decolar los modelos, por ejemplo, se requiere una pista de al menos 50 metros; en cambio en Santa Cruz de la Sierra o al nivel del mar el avión ya se eleva a los dos metros.

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